La palabra vacía

La palabra vacía

El murmullo constante era insoportable, voces provenientes de una misma voz iban proyectando cada imagen, cada suceso; eran apenas las cinco de la tarde y las voces definían precisos detalles del ocaso, el fuego encendido, el cielo despejado, ancestrales cantos. Se gesto un encuentro de humanos alrededor del fuego, ardía en un abrazo fraterno con lo elemental, cada humano punía su palabra y se gestaban temas de vida, muerte, sanación, trascender, despertar, cuidado del común  hogar; así la voces  se iban manifestando más profundas desde, palabras que iban dando entendimiento a la mente para posarse en el regazo del corazón.

Cada humano iba soltando a través de la voz su historia personal, sus deseos, arrepentimientos, culpas, todo se iba trasmutando en el misterioso elemental, los insectos rugían anunciando la noche, la palabra no moría, todos iban manifestando algo que se sentía como una descarga, la energía se hacía más evidente diluyendo la materia y el tiempo, quedando en el vacío todo aquello que nos aferra al plano de los deseos y expectativas.

La palabra cada vez se fue tornando más fuerte y así mismo el ambiente; una estrepitosa tormenta se posó sobre el círculo, se escuchaban relámpagos, el aguacero no tenía clemencia, la única luz que se lograba percibir era el fuego que mantenía el calor y la calma ante tal suceso, el llanto de algunos no tardó en desatar una incómoda tensión en los presentes, se escuchaban voces que decían "no va a escampar, nos vamos a mojar, vamos a morir quemados por un rayo" el momento era angustioso parecía que la tormenta fuera imperecedera, los humanos no se hallaban, imploraban que cesara la tempestad, el ego se iba rindiendo ante las fuerzas de la naturaleza, se escuchaban ahora voces de arrepentimiento por la inconciencia en el cuidado de la tierra

En el círculo se encontraban sentados, en una inquebrantable calma, tres hombres y tres mujeres, no murmuraban ni una sola palabra, se les veía en el reflejo del fuego  su cuerpo inmóvil, observando las llamas, los otros humanos no se habían percatado de su presencia hasta que uno de ellos entonó un instrumento de viento que evocaba un sonido claro y purificador que trasformo la atmósfera, ahora las voces no se escuchaban en algarabía eran más claras y concisas, el ambiente fue tomando otros tonos, el aguacero se iba aplacando, los truenos cesaron; así el silencio aturdido a la bullosa mente, la palabra iba surgiendo del vacío  sin esfuerzo, fluyendo, sanando, creando.

La renuncia invadió toda idea, concepto o pensamiento, la plenitud con el todo inundaba los sentidos, las aves cantaban alegres anunciando la llegada de un renovador sol, los colores resplandecían, los sonidos de la naturaleza formaban una melodiosa sinfonía, un hombre feliz mencionaba "para que anhelar el cielo si estamos en el" ahora se escuchaban voces de gratitud, de alivio veces que provenían del profundo “yo", la tempestad había despercudido el “yo soy esto” “yo tengo” “yo quiero”.

Estamos despertando y nos hemos percatando que existimos en el paraíso, habíamos creado un infierno de hambre, destrucción, envidia, avaricia, ahora la palabra esta cambiado, resuena la expresión “que perdure el canto de las aves, que el imponente jaguar continúe  caminando por las selvas, montañas y ríos, que los montes reverdezcan y que el hombre siga mencionando la palabra dulce que menciona profunda alegoría por la vida”.


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