BLOG
Somos familia de todo lo que brota, crece, madura, se cansa, muere y renace Cada niño tiene muchos padres, tíos, hermanos, abuelos. Abuelos son los muerdos y los cerros. Hijos de la Tierra y del Sol, regados por las lluvias hembras y las lluvias machos, somos todos parientes de las semillas, de los maíces, de los ríos y de los zorros que aúllan anunciando como viene el año. Las piedras son parientes de las culebras y de las lagartijas. El maíz y el frijol, hermanos entre sí, crecen juntos sin pegarse. Las papas son hijas y madres de quien las planta, por que quien crea es creado. Todo es sagrado, y nosotros también. A veces personitas nomas. Así dicen, así saben, los indígenas de los andes...
Todas las tardes algunos jóvenes de la comunidad se reunían en la casa madre, allí preparaban su medicina de mambe (coca dulce) e iban aprendiendo al lado del abuelo, practicaban cantos, oraciones, remedios, le consultaban consejos al sabio hombre; despejaban dudas de las misteriosas marañas de la vida, todo apuntaba a encontrar la forma de desarmar el nudo que no permite disfrutar el néctar puro de la felicidad. El abuelo sonreía y con agrado los llevaba a descubrir las respuestas, dándoles las herramientas para encontrar la forma de despejar la manigua y ver con claridad el reflejo del Ser que conlleva a la verdadera felicidad.